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Opiniones

NO TE RINDAS

 

José Castellanos

Por  José Castellanos

En días pasados me llegó un Email con este título. Ya no recuerdo quien me lo envió, ni tampoco el autor de los muy interesantes pensamientos y razones que él argüía para decirme NO TE RINDAS. No, no estaba dirigido a mi precisamente, si no a cualquiera que se encontrara en difíciles circunstancias.

Y creo que me perdonarán el olvido, ya que también olvidan  otros más jóvenes que yo.

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    Y recordando ese Email recordé también a un valiente que en muy difíciles circunstancias no se rindió: El General Ferrand.
    Y como se que alguno querrá, escuchar la historia, otra vez, le diré que Napoleón, sí, el francés, envió a la Isla de Santo Domingo, con los fines de recuperar la antigua colonia francesa, un ejército de 55,000 soldados, comandados por el General Leclerc, esposo de Paulina, hermana del Emperador. Ese formidable ejército fue desarticulado en Haití.
No por los haitianos, antiguos esclavos de los franceses, como dicen algunos ‘historiadores’, si no por la terrible Fiebre Amarilla.
     Hago un aparte para decir que ninguno de los médicos con quienes he hablado de esto, me ha sabido explicar lo de la Fiebre Amarilla. 
Yo concluyo que es el mismo Paludismo que conocí en mi infancia en Pimentel, donde llovía mucho, y había muchos charcos y muchos mosquitos (todos dormíamos con mosquiteros). 
Para entonces, la Fiebre Palúdica mataba poca gente, pues ya se manejaban algunos útiles medicamentos, entre ellos la Quinina. Eso sí, algunos  pasaban del paludismo a la tuberculosis. Y otros, después de las fiebres, quedaban en condiciones de conseguir un “desability”, en el caso de que en el país lo hubiera entonces. 
     Bueno, pues la Fiebre Amarilla diezmó grandemente ese lucido ejército francés. Su propio jefe el General Leclerc, murió de fiebre, y su viuda, la hermana de Napoleon, no sé como escapó a Francia, pues no la veo en la lista de los muertos.
     El caso es que en vista de esas circunstancias, vino de París la orden de que los soldados franceses de la expedición, buscarán el modo de rendirse a alguno de los barcos ingleses que por allí rondaban. No a los haitianos, que se los almorzaban, igual que hicieron con los colonos de la antes próspera Saint Domingue, la parte francesa de la isla ( sólo quedaron, como muestra, algunos que escaparon en bote al Oriente cubano donde llevaron su contradanza y el cultivo del café).
Se rendían a los ingleses, que los llevaban a la isla de Jamaica. Y después de Waterloo los devolvieron a Francia. Que no en balde el Mariscal Wellington era todo un caballero.  
    Así las cosas, nuestro General Ferrand está en Montecristi con cuatrocientos soldados.
Y decide no rendirse. En vez de eso marcha hacia la ciudad de Santo Domingo con sus hombres. Es decir, de Montecristi a Santo Domingo, atravesando la Isla por su parte más ancha.
Llega allí, destituye al jefe de la guarnición francesa, que sí estaba dispuesto a rendirse, conquista el orgullo militar de la guarnición y prepara la defensa de la plaza. 
    En esto Dessalines el jefe haitiano, vencedor de lo que dejó del ejército francés la Fiebre Amarilla, viene con un numeroso ejército hacia la parte española de la isla. Viene todo el camino “captando y señalando”, como decían en mi pueblo. Hace una masacre en Santiago. 
Y otra más terrible en la iglesia de Moca. Y llega a las puertas de la ciudad de Santo Domingo. Pero no puede entrar. El General Ferrand estaba allí. Los detalles de la épica defensa de la plaza, y de sus demás protagonistas, están en varios libros que no voy a copiar aquí. Dessalines, no pudo entrar allí, a saco y a cuchillo, como deseaba. La ciudad se salvó.Y por supuesto, su hispana población. Porque el General Ferrand decidió no rendirse. Tampoco te rindas tú.
Un abrazo,
Tiberio