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Opiniones Politica

¿Qué pasa en el PRM?

Raúl Mejía Santos

Por Raúl Mejía Santos

La incertidumbre e inercia en ultramar permeó al mayor partido opositor de la República Dominicana, el Partido Revolucionario Moderno no se siente fuera del territorio nacional. El evidente activismo que vemos actualmente a lo largo del país no logra colarse a las distintas demarcaciones del extranjero, donde habita una masa de electores importantes de la organización opositora.

Tanto el viejo continente Europeo, Norteamérica, El Caribe, Centro y Suramérica, donde residen un millar de compatriotas aún vinculados a su terruño, cultura e identidad, debe ser foco de atención de la oposición dominicana. Considerando el clima político que vive el país y la fragilidad de la incipiente democracia representativa dominicana, vulnerada por el gobierno de turno, ignorar o marginar el papel protagónico de la diáspora resulta el más grave de los errores.

El partido opositor aún  no ha podido mantenerse vigente fuera del territorio nacional y carece de estructuras que logren conciliar estrategias permanentes contrarias a la política del actual gobierno dominicano. Las debilidades y desaciertos del Partido de la Liberación Dominicana deben ser capitalizados por sus opositores, socavando la imagen reeleccionista que ha proyectado con fondos públicos el gobierno del presidente Medina.

Exceptuando algunas seccionales, como Nueva York, Rhode Island  y Miami, el PRM luce muerto y sin rumbo confiable. Esos grupos de activistas  mantienen la esperanza viva de montar oposición tenaz y firme frente a los constantes excesos, políticas nocivas  y abusos del actual gobierno. Para las autoridades del partido opositor, darle forma y estructura a las distintas demarcaciones en el extranjero debe ser la tarea principal.

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En otras ciudades del entorno exterior, su dirigencia se mantiene desenfocada, enfrascada en asuntos triviales, sectoriales, que  nada contribuyen a institucionalizar al partido opositor. Así no se gana un proceso electoral, de ninguna manera. De pronto las próximas elecciones aparentan ser un camino angosto y empinado.

La diáspora cuenta con hombres y mujeres de buena voluntad, todos con la mejor de las intenciones. Buscan rendir un servicio cívico en playas extranjeras por muy lejanas que sean. Ese capital humano apenas cuenta con dirección, no tienen la facilidad de integrarse a grupos de apoyo o sumarse a estructuras partidarias diseñadas a captar la simpatía y favor del electorado.

El trabajo institucional se abandona para darle mayor criterio a tendencias o proyectos personales, propios de dirigentes intermedios o líderes nacionales. La rivalidad y competencia entre figuras a lo interno del partido, de tal o cual proyecto político, impide un crecimiento sostenido e institucional.

Mientras el partido de gobierno actúa de forma monolítica, siguiendo procesos internos cerrados y coherentes, el Partido Revolucionario Moderno en ultramar se fracciona con la complicidad de su alto mando.

Llevan un mensaje contradictorio, sembrando fisuras en su accionar. Unos montan campaña contra el PLD, pero otros coquetean con Danilo Medina. Más aún, públicamente coinciden con estrategias que le aventajan.

El PRM debe revisar las posiciones que asume, sus compromisos políticos y su plan de trabajo. Enfocar la atención en ultramar suma  a los esfuerzos que viabilizan la toma del poder en las próximas elecciones. Los trabajos colectivos deben ser prioridad, garantizando el crecimiento dentro de sus filas.