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Las claves de la victoria de Hillary Clinton sobre Donald Trump en el primer debate

Debate Presidencial de EEUU Clinton Trump
Debate Presidencial de EEUU Clinton Trump

Donald Trump perdió este lunes la oportunidad de presentarse como un político más tranquilo y más serio en su primer debate contra Hillary Clinton. El candidato republicano resopló, adoleció de falta de preparación y reaccionó nervioso a las provocaciones de la demócrata.

Clinton y Trump empezaron con cortesía el debate en la Universidad de Hofstra, en Long Island. Se dieron la mano sonrientes y él le dio una palmada en la espalda. En el primer intercambio, Clinton dijo que estaba contenta de estar con “Donald” y él subrayo que estaba “de acuerdo con Hillary” en parte del diagnóstico sobre el estado de la economía.

Pero nada más llegar la segunda pregunta, Clinton consiguió enervar a Trump al mencionar que no había empezado su negocio de la nada, sino con 14 millones prestados de su padre.

Trump la interrumpió repetidamente levantando la voz entre resoplidos por la nariz y algún jadeo como si le faltara el aire. Clinton sonreía; Trump la miraba con mal gesto los momentos en los que la escuchaba. Ella le llamaba “Donald” y él pasó de un cordial “Hillary” a un distante “secretaria Clinton”.

Clinton raramente interrumpía a Trump. Le miraba y esperaba su turno para responder con detalles.

La lección aprendida

La exsenadora y ex secretaria de Estado, veterana de debates, tenía aprendida la lección.

Repetía las palabras de Trump en el pasado y mencionaba particulares sobre sus quiebras o sus cuentas sin pagar. Uno de sus objetivos era remarcar el contraste entre el heredero Trump con una imagen más humilde de su familia. Clinton, que ahora es millonaria, mencionó tres veces a su padre e insistió en que tenía un pequeño negocio textil.

Cuidadosa, Clinton citó a una de las personas más populares en Washington, Michelle Obama, y alabó al presidente, que también tiene un índice de popularidad inusualmente alto para un comandante en jefe al final de su segundo mandato.

La candidata demócrata tenía frases ensayadas, como “eso no es exacto” y “Donald, vives en tu propia realidad”, sin levantar la voz ante las interrupciones de su rival.

Trump apuntilllaba a menudo lo que decía Clinton, a veces con humor. Cuando Clinton propuso que los espectadores consultaran su web, Trump añadió: “¡Mirad la mía también!”. La improvisación es su fuerte. La candidata dijo con ironía que su rival le iba a echar la culpa de todo y él añadió: “¿Por qué no?”
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Durante la hora y media del debate, se notó el desequilibrio de preparación entre ambos candidatos.

Una de sus frases más poderosas de la noche fue la de Clinton: “Donald me ha criticado por prepararme para este debate. Sí, lo hice. ¿Y sabes para qué otra cosa me preparé? Para ser presidenta. Y creo que eso es una buena cosa”.

Puntos débiles

Trump no supo reaccionar para defender sus puntos débiles, como su negativa a publicar sus impuestos, su mentira de que el presidente Barack Obama no ha nacido en Estados Unidos o su apoyo a la invasión de Irak (que luego retiró). Fueron sus momentos más bajos de la noche.

Clinton estaba más preparada para responder a las preguntas sobre el uso de su email privado. A diferencia de otras ocasiones en las que reaccionó a la defensiva y dio muchos detalles, Clinton cortó el debate reconociendo que había sido “un error” utilizar su propio correo electrónico.

Trump controló mejor los ataques contra Clinton por haber apoyado el acuerdo comercial de NAFTA y fue hábil a la hora de subrayar que sus años de experiencia en Washington se pueden volver contra ella. Pero incluso en este punto Trump demostró sus nervios al decir que Clinton había “estado luchando contra el ISIS toda su vida adulta”.

El candidato republicano también interrumpía al moderador, Lester Holt, que participó poco en el debate y dejó que los candidatos se pelearan entre sí con pocas intervenciones. Varias veces le cortó y se quejó de sus preguntas o sus comentarios.

Los nervios

La tensión este lunes por la noche era alta. Nunca se había emitido un debate presidencial ante una audiencia potencial tan alta entre televisión, Twitter y Facebook. Y raramente se había jugado tanto en unas elecciones presidenciales.

Antes del debate, los portavoces de las dos campañas negaban estar nerviosos mientras intentaban a ratos defender a su candidato y a otros bajar las expectativas sobre lo que sería capaz de hacer.

Hace cuatro años, el ambiente era más tranquilo y anodino en la misma sala de prensa y en el mismo pabellón en Hofstra. Aquí se enfrentaron Barack Obama y Mitt Romney, entonces en el segundo debate presidencial. El presidente y el exgobernador de Massachusetts compartían la cortesía, el conocimiento de las políticas públicas y cierto grado de seriedad.