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El largo vuelo del ‘Trump Force One’

El magnate es el único candidato que vuela en su avión durante la extenuante ‘campaña aérea’

 Air Forse Trump
Air Force One Trump

Por Pablo Pardo Corresponsal Washington de El Mundo.-

En total, 305.000 kilómetros. O, en el lenguaje aeronáutico, 190.000 millas. Eso es lo que voló Barack Obama para conseguir la reelección en 2012. Es el cálculo, compartido con EL MUNDO.es, realizado por Jonathan Tasler, el consejero delegado de la empresa que le proveyó los aviones, Air Charter Team. Desde 1988, Air Charter Team es el líder a la hora de suministrar aviones a los candidatos a la Presidencia de Estados Unidos. Entre sus clientes están, además de Obama y su vicepresidente, Joe Biden, George W. Bush, Dick Cheney, Mitt Romney, John Kerry, Paul Ryan, John Edwards o Howard Dean, por citar a unos pocos.

Lo que vuela un candidato en una campaña en EEUU es difícil de imaginar. No es solo porque la campaña a la presidencia dura un año, sino también porque estamos hablando del tercer mayor país del mundo por superficie. Y, cuando se es, como es el caso de Obama, de Hawái -un archipiélago que está tan lejos de Washington como España de Sudáfrica-, esas cifras se disparan todavía más. Calculando a ojo, es posible que en 2012 Obama pasara 500 horas en los aviones provistos por Air Charter, una empresa que también gestiona los aviones de estrellas de rock y altos directivos, y que también presta servicios de emergencia aerotransportados.

En promedio, alquilar un avión en la fase final de la campaña -es decir, cuando el candidato ya ha sido oficialmente nominado en las Convenciones de los partidos- cuesta entre 1 y 3 millones de dólares a la semana (de 900.000 a 2,7 millones de euros). Si tenemos en cuenta que este año las Convenciones se celebran tres meses y medio antes de las elecciones, nos sale que solo el presupuesto para vuelos de los candidatos puede llegar a los 50 millones de euros. Aunque, en el caso de Donald Trump, él mismo pone su propio avión, un Boeing-757 con unas inmensas letras que forman, evidentemente, la palabra ‘TRUMP’, y que ha sido bautizado por la prensa con el nombre de ‘Trump Force One’.

Air Charter es una parte central de la logística de las campañas estadounidenses, un apartado que nunca sale en los medios de comunicación, pero que es de una complejidad inmensa. Y de costes mareantes. ‘Descongelar’ un avión (es decir, quitarle el hielo que le cubre cuando se hace campaña en sitios como New Hampshire, Iowa, Nebraska o Minnesota) puede costar hasta 25.000 dólares (23.000 euros) dependiendo de las condiciones atmosféricas y del aparato, ya que Air Charter Team llega a emplear Boeing-757 con capacidad para 300 personas.

Aviones ‘customizados’

Y, además, en la fase final de la campaña, los presidenciables tienen aviones ‘customizados’, es decir, rediseñados conforme a sus necesidades y deseos. Y eso es algo de lo que también se ocupa Air Charter. “Cada candidato tiene sus propias necesidades, deseos, gustos y manías, y nosotros nos encargamos de eso”, explica Tasler. Un aspecto clave, por ejemplo, son las mesas. ¿Muchas mesas o pocas? ¿Mesas altas o mesas bajas? ¿Muchos asientos o pocos asientos alrededor de las mesas? Es un elemento clave, porque los aviones son verdaderas campañas volantes en las que hay que celebran reuniones simultaneas de estrategia, diseño de programas, y en los que también viajan periodistas y miembros del Servicio Secreto, que es la rama de las fuerzas del orden de EEUU que se ocupa de la seguridad de los candidatos. Y es que ésa es otra: la gente. Howard Dean, que se presentó por el partido Demócrata en 2004, “metía al máximo número de personas permitido en los aviones”.
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Para Tasler, el momento en el que la campaña recibe el avión modificado y con su pintura nueva reflejando el logo del candidato “es el momento de más satisfacción” del año que se pasa trabajando con los políticos en cada ciclo electoral. Pero también señala el inicio de la maratón final, en la que la presión de las campañas sobre Air Charter Team crece todavía más. La regla número uno es que el cliente siempre tiene razón. “Hemos tenido a candidatos que no se llevan bien con el personal de cabina. En ese caso, se reemplaza a los azafatos y azafatas. Ha habido bastantes ocasiones en las que los candidatos cambiaron el destino literalmente en el último minuto. En ese caso, se siguen sus órdenes, y en media hora o 45 minutos el avión queda listo desde todos los puntos de vista -técnico, de combustible, plan de vuelo- para realizar su nueva ruta”, explica el consejero delegado de la empresa.

Y a eso se suma el secreto. Air Charter Team gestiona más de una campaña. Por ejemplo, en 2012 se ocupó de las de Obama y Romney. Pero la empresa no llega a los 10 empleados. Eso exige que los diferentes equipos que trabajan con cada candidato no compartan información. Porque, a veces, los candidatos hacen vuelos de los que no informan a nadie. Por ejemplo, cuando viajan para ‘entrevistar’ a un posible candidato a la vicepresidencia. “A veces, solo la tripulación sabe el destino”, recalca Tasler, que declara que “su empresa apenas necesita “un aviso de, como máximo, tres horas de antelación para tener un avión preparado para volar a cualquier destino”.

“Soy su candidato”

Además, a medida que la campaña avanza, los aviones se hacen más grandes y los itinerarios más impredecibles. “Antes de que empiecen las primarias, tenemos los planes de las campañas con meses de antelación. Al final, con una semana”, recalca Tasler. Eso sí, normalmente las campañas le dejan a él y a su equipo diseñar los vuelos. “Ellos nos dicen: “vamos a estar en tal ciudad tal día”. Y entonces nosotros decidimos qué aeropuertos son los mejores, qué rutas, etcétera, sin que los asesores del político intervengan. Nuestro criterio básico es evitar sorpresas. O sea, que se hay que elegir para aterrizar un aeropuerto que esté más lejos del lugar del acto electoral, pero que tenga mejores características técnicas que otros más cercanos, siempre escogeremos ése”.

Aun así, los imprevistos son inevitables. “¿El peor momento? Sin lugar a dudas, cuando un avión se ‘rompe’ y no puedes llevar a un candidato, y en su campaña te dicen “Pero tenemos a 20.000 personas esperando en tal ciudad”, y tú tienes que decirles que no hay nada que hacer. Pasan del pánico a la depresión, a las amenazas, a la incredulidad o a la negociación en fracción de segundos, hasta que al final aceptan que si el avión está estropeado, no se puede hacer nada”, explica Tasler.

Air Charter Team es una de las piezas claves de las ‘tripas’ de una campaña por la Casa Blanca que no salen nunca en los medios de comunicación. Sin los aviones que la empresa provee a los candidatos, no habría carrera presidencial en EEUU. Es un esfuerzo devastador para sus empleados. “En año de elecciones, no veo a mi familia”, explica Tasler.

Claro que ése es el precio por estar presente en la creación del futuro presidente de EEUU“. A veces, presente en el sentido literal del término. El 12 de junio de 1999 Jonathan Tasler estaba en un avión bautizado ‘Grandes Esperanzas’ de la aerolínea TWA (hoy desaparecida) gestionado por su empresa en rumbo a Iowa, en el que viajaba el ex gobernador de Texas, George W. Bush. En un momento dado del viaje, Bush tomó el micrófono y le dijo sin previo aviso a la prensa que abarrotaba el aparato: “Soy su candidato. Por favor, guarden sus esperanzas en los compartimentos superiores de la cabina de pasajeros, dado que pueden caer durante el vuelo y herir a alguien, sobre todo a mí”. Así, a miles de metros de altura, Bush anunció que se presentaba a la Casa Blanca.