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Opiniones

Una reflexión necesaria: La cultura como patrimonio nacional

Juan Durán, es Medico Odontologo, reside en la ciudad de Madrid, España

Por Dr. Juan Durán

Cuando solemos cuestionar el orden de cosas que la administración del PLD ha trastornado a través de sus casi veinte años de desgobierno, echamos de lado la necesidad incuestionable de tocar el tema cultural y el por qué es tan importante su abordaje tanto como la política misma.

Y es que la cultura es signo vital que lo atraviesa todo en un país, y como tal permea cada pensamiento, acción o falta de ella. Todos tenemos el ineludible deber respaldar a quienes a diario forjan a través de la actividad cultural sus aportes y reclamos de un país mejor.

Siendo la cultura aquel conjunto de ideas, conocimientos, costumbres, símbolos y prácticas sociales que caracterizan a todo un pueblo, con mayor razón debemos prestar atención al desenvolvimiento de las expresiones culturales y su incidencia en la vida nacional.

Por ser asunto tan vasto, haré salvedad de un par de aspectos que revela hasta qué punto la cultura ha sido otra víctima del mal gobierno peledeísta.

Basta mencionar cómo los trabajadores de distintos departamentos del Ministerio de Cultura han tenido que lanzarse a las calles y declararse en huelga debido a los míseros salarios que devengan, y los atrasos para honrarlos, mientras el Ministerio derrocha millones en banquetes y viajes al exterior.

Más recientemente, los miembros del prestigioso Coro Nacional se unieron a tales protestas debido a que se les quiere constreñir en su desempeño, a más de ganar salarios ínfimos.

Un ministerio que, como el de Cultura, tiene una numerosa empleomanía, gasta un dineral en sueldos y otros servicios, mientras limita mucho de su accionar al desfile de Carnaval y otro que otro festival, mientras el

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La cultura de un pueblo expresa no solo aquel patrimonio intangible que ha acumulado a lo largo de mucho tiempo, transformando y revalidando sucesos, ideas y aspiraciones. También le sirve a un país para manifestarse como un ser colectivo único. Una nación no es solo escudo y bandera. Es por igual color, literatura, creencias, ritmos.

Es por ello que duele mucho que la muerte del Rey del Merengue, Joseíto Mateo, pasara sin pena de gloria.

Debió, desde la dirección del estado, recibir un justo homenaje a una carrera valiosa, prolífica y por la forma en la que él le dio auge al merengue a nivel internacional cuando otros ni habían nacido. Paralelamente, en Francia, el presidente Enmanuel Macron rendía tributo oficial en el Elíseo al gran chansonnier Charles Aznavour.

Ni hablar de la muerte de otra figura de gran relieve popular como lo fue Anthony Ríos, que durante más de cuatro décadas deleitó con sus canciones a más de una generación de dominicanos y trascendió al exterior por la fina calidad de sus composiciones. Su fallecimiento solo mereció desde el gobierno una carta del presidente Medina.

La cultura nos sirve también para calibrar el estado de un país, y nos permite auscultar cuán sensible o indiferentes somos ante los símbolos que mejor nos retratan como pueblo.

No podemos permitir que desde el gobierno se trate a la cultura con la negligencia y desdén que vemos a diario.

Es indispensable que nos sacudamos y defendamos con ahínco el rico patrimonio que hemos atesorado.

Es necesario que cobremos conciencia de la importancia de poner de relieve cada expresión cultural dominicana, mimarla, cuidarla y proyectarla. Porque la cultura somos nosotros mismos.