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Exterior Opiniones

Un encuentro con Ismael Reyes Cruz

Raúl Mejía Santos

Por Raúl Mejía Santos

La tarde del sábado fue oportuna para un encuentro inesperado con Ismael Reyes Cruz, presidente del Partido Demócrata Institucional de República Dominicana. El programa radial de la amiga Rochy Torrens, que transmite 740 WQBS, estación AM que ubica en la ciudad de Bayamón, Puerto Rico, fue escenario de tal desagradable papelón.

Dicho criterio responde a las convicciones anti-trujillista que habitan en mi como conocedor de la historia patria y el legado de la dictadura más cruel e inhumana de  América . Oponerse a la nefaria figura del sátrapa y su familia es natural para quienes amamos los principios liberales y democráticos inculcados por los patricios, quienes dieron sus vidas a cambio de la libertad y luego restauración de la soberanía nacional a mediados de siglo XIX.

Confieso que de primera intención quise abandonar la cabina radial, cuando llegó rodeado de  quince guaruras que le acompañaron. La pregunta inmediata fue, ¿por qué tanto aparataje para una entrevista radial? Pienso que imaginaba encontrarse en su ambiente feudal criollo, donde la fastuosidad del traslado imprime un sello único. Me vino a la mente que  hablar en defensa de un Trujillo para legitimar sus aspiraciones políticas, conociendo el historial criminal de esa familia, requiere de extrema cautela y protección. Los saludos fueron cordiales, pero su aire de aristócrata corriente impregnó el ambiente.

Sus finas expresiones con palabras rebuscadas con propósito de lucir, hicieron eco en la pequeña cabina radial. Los políticos tránsfugas con apetito voraz por las dádivas que implica arrimarse al gobierno de turno son todos iguales, defienden lo que no tiene sentido. Ismael Reyes Cruz no es la excepción.

De primera intención habló de la necesidad de emigrar y cómo la partidocracia criolla ha fracasado en atajar el deterioro social que vivimos los dominicanos. Pensé en la hipocresía de sus palabras. A mi lado estaba un personaje que ha vivido de la política toda su vida, criticando las prácticas cotidianas de los partidos tradicionales. Su fino reloj Patek Philippe lo delató.

Mi intervención fue oportuna, le hice unos señalamientos tomando sus propios argumentos. Los dominicanos comenzamos a emigrar por la necesidad existencial de escapar las garras del régimen de la familia Trujillo y sus excesos. Fue durante esa época que habituamos salir hacia Estados Unidos, Venezuela, Cuba y Puerto Rico, precisamente por los crímenes propios de la dictadura.

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En otro sentido le cuestioné las aparentes contradicciones de su casi elocuente expresión sobre las críticas a los partidos tradicionales, presidiendo él un partido político que vive del erario y los privilegios del poder. En otras palabras: eres parte del problema.

Su rostro se transfiguró. Pienso que no esperaba tal comentario, que su presencia y alocución enmarcaría respuestas complacientes como la naturaleza jocosa que caracteriza el programa. Suelo ser una persona meticulosa con mis expresiones y más tratándose de radio en vivo, pero cada fibra de mi ser cuestionaba como un dominicano puede abrir la bocota, para defender a un Trujillo, los verdugos de treintaiún años corridos.

Respondió de forma airada, insinuando que ignoro la historia y los acontecimientos mundiales. Desconocía que el plano profesional me ha llevado a relatar la historia en distintos foros universitarios e institutos preparatorios de Puerto Rico y Estados Unidos. Hizo un breve pero impreciso recuento del fascismo europeo y sus consecuencias a nivel mundial, llegando al tema de la dictadura trujillista.

Su imprecisión radica en hacer comparativas entre el modelo fascista alemán, por ejemplo, y la dictadura de Chapita. Se equivoca, el modelo alemán nunca se puede comparar con el nuestro, responden a dos realidades culturales y políticas distintas en tiempo y circunstancias. La historia es clara.

No convenció, mermó su mensaje concentrando su atención sobre mi y querer justificar la sangre que empaña a los Trujillo. Haber nacido nueve años después del ajusticiamiento del tirano no excusa que Luis José Ramfis Domínguez Trujillo pertenece a esa familia, los mismos que hoy gozan de la opulencia millonaria que nos pertenece.

Ismael, nadie se traga el cuento. Perdiste el tiempo. Solo espero que la historia te pase factura y te juzgue como lo que eres: un vividor.