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Opiniones

PARA RECORDAR Y NO OLVIDAR A NUESTROS GRANDES HÉROES RESTAURADORES DE LA INDEPENDENCIA DOMINICANA.

Ariosto Sosa Valerio es Ingeniero, excatedratico universitario y ex combatiente de 1965
Por Ing. Ariosto Sosa Valerio.

¿SABES QUÉ Y CÓMO SUCEDIÓ UN DÍA COMO HOY 16 DE AGOSTO, PERO DEL AÑO 1863, HACE 155 AÑOS?

Antecedentes.

El 18 de marzo de 1861, el general presidente Pedro Santana anunció la anexión de la República Dominicana al imperio decadente de España.
Esta decisión de Santana fue la culminación de sus anhelos de protectorado o anexión desde el mismo momento en que tomó parte en la organización de los patriotas que buscaban la separación de Haití.

Le ofreció la nación a Francia, Inglaterra, España y a Estados Unidos. A cada una de estas potencias se las ofreció en más de una ocasión, lográndola por fin con España.
Al conocerse la noticia la reacción del pueblo no se hizo esperar.

La Anexión no contaba con el apoyo del pueblo, el cual no había sido consultado. Por lo que prontamente se iniciaron las protestas en todo el territorio dominicano.
En la capital, el padre Fernando Arturo De Meriño, el general Eusebio Manzueta y el prócer Matías Ramón Mella Castillo, fueron los primeros en manifestarse contra la anexión.

El primer pueblo que protestó, tirándose a la calle gritando ¡Abajo España! ¡Viva la República Dominicana Libre! fue San Francisco de Macorís, y la primera respuesta bélica la escenificaron el coronel, casi ciego, José Contreras y Cayetano Germosén, que tomaron por asalto la dotación militar de Moca, la noche del 2 de mayo de 1861, proclamando la restauración de la República. Siendo más tarde sometidos y luego fusilados junto a otras 23 personas por el coronel anexionista, Juan Suero, que recuperó el cuartel.

El 1 de julio de 1861 Francisco del Rosario Sánchez encabezó una invasión desde Haití junto con el general José María Cabral (cuyo gobierno, aunque oficialmente neutral, le preocupaba que España afianzase su poder en la zona), pero fue capturado y ejecutado el 4 de julio de 1861 con 20 patriotas más. Cabral logró escapar y penetrar a Haití de nuevo.

En Santiago, el pueblo tras ser invitado, no acudió al cambio de bandera en la Fortaleza San Luis. En San Francisco se impidió a tiros el izamiento del pabellón español.

Mientras tanto, España había emitido una orden real en enero de 1862 declarando su intención de recuperar los territorios que Toussaint Louverture había tomado para Haití en 1794. En un intento de sofocar los disturbios en Dominicana, las tropas españolas habían desalojado a los haitianos que vivían en estas áreas a lo largo de la frontera haitiano-dominicana.

El presidente haitiano, Fabre Geffrard renunció a su posición de neutralidad y empezó a ayudar a los rebeldes dominicanos.
El malestar general que existía en la ahora colonia de Santo Domingo ya era evidente en los meses de noviembre y diciembre de 1862, cuando los oficiales españoles presentían el estallido de una rebelión en breve plazo. El Cibao, según los informes, era la región más inclinada a una rebelión. Pero donde iba a escenificarse la primera muestra de repudio a la anexión no sería en el Cibao sino en el sur, Neyba, por ese entonces parte de la provincia Azua.

El comandante Cayetano Velázquez al mando de un grupo de 150 hombres asaltó el pueblo de Neyba y tomaron cautivo al Jefe militar del mismo, General Domingo Lázala, tomando municiones y armamentos. Este movimiento estaba falto de preparación, lo que fue causa de su fracaso. El alcalde ordinario mandó a arrestar al comandante Velázquez y sus hombres se rindieron sin poner resistencia alguna.

En Santiago el 26 de febrero de 1863 estalló otro fallido intento revolucionario. Esta nueva aventura revolucionaria estaba liderada por el poeta Eugenio Perdomo. Los alzados fueron apresados y juzgados por una comisión militar. El 17 de abril, Eugenio Perdono, Carlos de Lora, Vidal Pichardo, Pedro Ignacio Espaillat fueron fusilados.
Se cuenta que a los patriotas les fueron ofrecidos burros para que les llevasen al cadalso, lo que era una costumbre. Negándose Eugenio Perdomo con la siguiente frase: “Cuando los dominicanos van a la gloria, van a pie”.

El Grito de Capotillo.
El 15 de Agosto de 1863 en La Visite, cerca de Ouanaminthe (Juana Méndez), en territorio haitiano, se reunieron Santiago Rodríguez, José Cabrera, Benito Monción, Eugenio Belliard, Segundo Rivas, Alejandro Bueno, Pablo Reyes, Juan de Mata Monción, el español Anculo, San Mézquita, Tomás Aquino Rodríguez, Sotero Blanc, Juan de La Cruz Tavares ; mientras del otro lado de la frontera, en territorio dominicano, esperaban otro grupo de patriotas entre los que se encontraban Juan Antonio Gaspar Polanco y Antonio. Pimentel.

Los que estaban en Haití cruzaron la frontera el 16 de agosto y tomaron posesión del cerro Capotillo español, donde se enarboló la bandera dominicana al son de una diana y con redobles de tambores.

Con esta acción se inició un llamamiento a las armas, que inmediatamente fue respondido por los campesinos de la región, que una vez más abandonaban sin titubear sus hogares y sus familias para defender el suelo nativo.

Unas ciudades tras otra en el Cibao se unieron a la rebelión, y el 13 de septiembre, un ejército de 6,000 dominicanos se atrincheró en la Fortaleza San Luis, en Santiago.
Los rebeldes establecieron un nuevo gobierno al día siguiente, con José Antonio ‘Pepillo’ Salcedo como presidente, e inmediatamente calificó a Santana, que ahora era líder de las fuerzas españolas, como traidor.

Salcedo intentó pedir ayuda a los Estados Unidos, pero fue rechazada.
Acciones políticas españolas.
Las autoridades españolas comenzaron a alienar a la población en general mediante el establecimiento de una política conocida como “bagajes”, que requería que los ciudadanos entregaran cualquier animal de trabajo a los militares españoles sin ningún tipo de garantía de indemnización.

Esto fue especialmente problemático en la región del Cibao en el norte, donde los agricultores dependían de sus animales para su sustento. Un segundo factor fue cultural: el nuevo arzobispo de España se horrorizó al descubrir que un gran número de parejas dominicanas no estaban casadas bajo la Iglesia católica. Esta situación se produjo debido al pequeño número de sacerdotes en el país, así como la pobreza y la falta de caminos y transporte para llegar a una iglesia para casarse.
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El arzobispo Bienvenido Monzón quería poner remedio a esta situación en un corto tiempo, pero su demanda solo irritaba a la población local que había llegado a aceptar el estado actual de los nacimientos “ilegítimos” de forma normal. Económicamente, el nuevo gobierno también impuso aranceles más altos para los productos no españoles y a los buques que comercializaban y trató de establecer un monopolio sobre el tabaco, contrariando a las clases comerciantes también.

Por último, había rumores de que España volvería a imponer la esclavitud y enviar a los dominicanos negros a Cuba y Puerto Rico.
El apoyo del pueblo a la insurrección hizo que en los días siguientes al 16 de agosto diversas poblacones se pronunciaran a favor de la Restauración, entre ellos Moca el 30 de agosto; Hato Mayor, el 1 de septiembre, y San Cristóbal el 7 del mismo mes.

Los patriotas atacaron los pueblos de Sabaneta y Montecristi. El general español Buceta comandante de Santiago, se encontraba en Dajabón al estallar la revolución, fue perseguido por el general Pimentel cuando trataba de regresar a la Fortaleza San Luis por la ruta de Guayubín.

Se dice que pudo salvar la vida, arrojando onzas de oro en el camino, para distraer a los patriotas que le perseguían. Tan pronto el general Buceta llegó a Santiago, organizó la defensa de la ciudad; la que fue rodeada por las tropas de los generales Gregorio Luperón, Benito Monción, Gregorio de Lora y Gaspar Polanco.
Mil soldados Españoles partieron desde Puerto Plata hacia Santiago, bajo el mando del coronel Cappa, para reforzar las tropas anexionistas. Pero fueron obligados a regresar al ser interceptados por los patriotas dominicanos el día 2 de septiembre.

El combate sé inició el 6 de septiembre de 1863 y la lucha fue cruenta durando todo el día, resultando el saldo favorable para los patriotas. Dueñas de la ciudad las tropas restauradoras iniciaron el 7 de septiembre la toma de la fortaleza San Luis.

Buceta desesperado por la carencia de alimentos y refuerzos, ordenó quemar la ciudad.
Los cañones fueron cargados con trapos empapados en alquitrán y disparados contra los techos de las viejas casuchas. La ciudad corazón ardió como una gigantesca hoguera.

En la batalla de Santiago se consagraron los generales Gaspar Polanco, que por su eficiencia y valor alcanzó el grado de Generalísimo, y el general Gregorio Luperón, quien surgió como uno de los héroes más distinguidos de la guerra de restauración, por la forma magistral que condujo sus tropas.

En medio de los combates los anexionistas criollos y españoles voceaban ¡Viva España!, ¡Viva la Reina!, y los restauradores ¡Viva la República Dominicana Libre! ¡Libertad o muerte!

En el otro lado del Atlántico, las Cortes decidieron que no querían financiar una guerra por un territorio que en realidad no necesitaban, y el 3 de marzo de 1865, la reina Isabel II firmó la anulación de la anexión.

El 11 de julio, las tropas españolas abandonaron la Republica.
Las figuras más sobresalientes en esta Guerra Restauradora de la Independencia, fueron entre otros muchos: Gregorio Luperón, la primera espada, José Contreras, Benito Monción, Santiago Rodríguez, José Cabrera, Gaspar Polanco, Evangelista de Peña, Pedro Antonio Pimentel, Eusebio Manzueta, Marcos Adón, Fernando Arturo Meriño, Norberto Torres, Ramón Matías Mella, quien elaboró un Manual de Guerra de Guerrilla que sirvió de orientación en la desigual contienda, y una pléyade de dominicanos de estatura inconmensurable que junto al pueblo humilde y campesino no vacilaron en abandonar sus quehaceres agrícolas y familiares para defender la libertad e independencia nacional.

Aunque muchas ciudades dominicanas y la agricultura en todo el país fueron destruidas (a excepción del tabaco) durante la guerra, la Guerra de Restauración trajo un nuevo nivel de orgullo nacional a la República Dominicana.

La victoria dominicana también le demostró a los cubanos y puertorriqueños que España podía ser derrotada.

Solidaridad haitiana.
Desde que Nicolás Fabre Geffrard ascendió al poder en Haití en diciembre de 1858, la política haitiana dio un giro con respeto a la indivisibilidad de la isla y se estableció una actitud de cooperación de ambas naciones, por eso la decidida ayuda de Geffrard a la causa de los patriotas dominicanos contra el imperio español.

La guerra demostró a América Latina y al mundo que jamás los dominicanos serían vasallos de ninguna nación extranjera por potente que fuera, demostrado posteriormente en varias ocasiones contra el imperio más grande que haya existido: los EUA.

Se estima que las pérdidas en vidas humanas por el lado español ascendieron a unas 18 mil y entre mutilados y heridos unos 22 mil. Del lado dominicano la cifra alcanzó unos 5 mil y toda una nación devastadas y en ruinas.
¡GLORIA ETERNA A LOS RESTAURADORES DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL!

¡ASÍ PIENSO. ASÍ ACTÚO!

ASOVA = Ariosto Sosa Valerio.
E-mail: sosavalerioariosto@gmail.com

Referencias:
1.- https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_la_Restauraci%C3%B3n
2.- http://www.educando.edu.do/portal/la-guerra-de-la-restauracion/
3.- http://www.elcaribe.com.do/2017/08/19/la-restauracion-la-republica-historia-2/
4. Castro Ventura, Santiago. Andanzas patrióticas de Luperón. Editora Manatí. 2002. Santo Domingo