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Trump sufre un derrota crucial en Alabama

Donald Trump
Donald Trump

Alabama, uno de los rincones más conservadores de América, sufrió este martes por la noche un terremoto político. Doug Jones se convirtió, contra pronóstico, en el primer senador demócrata elegido por este Estado en 25 años al derrotar al juez Roy Moore, un fanático religioso que recibió varias acusaciones abusos sexuales en plena campaña. Los líderes del partido en Washington le habían pedido que se retirara, pero Moore, alias La Roca, defendió su inocencia y se negó. Donald Trump le apoyó y los republicanos acabaron por cerrar filas en torno al candidato. Ahora han perdido una plaza clave en la Cámara alta y recibido una advertencia de cara a las elecciones legislativas de 2018: la fidelidad de su base electoral tiene un límite, incluso en el viejo sur.

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No fue una victoria muy holgada. Con el 99% escrutado, el candidato demócrata, Doug Jones, rozaba el 50% de los sufragios, frente al 48% de Moore. Unos 20.000 votos de diferencia bastaron para alterar el Senado estadounidense: la mayoría republicana se contrae de 52 a 51 legisladores, mientras que los demócratas pasaran a ser 49. Ese único senador de más se antoja frágil para Trump, un presidente con mala relación con muchos de sus senadores y que ya ha degustado el fracaso a la hora de aprobar una de sus promesas estrella, la derogación de la reforma sanitaria de Barack Obama.

La movilización del voto afroamericano, que se volcó en Jones, resultó decisiva. El nuevo hombre de Alabama en Washington es un conocido fiscal que procesó a los miembros del Ku Klux Klan que atentaron con una bomba en una iglesia baptista de Birmingham, en 1963, y mataron a cuatro niñas negras. El puesto que ocupará en el Senado es el que pertenecía al ahora fiscal general estadounidense Jeff Sessions, un halcón conservador con un buen historial de acusaciones de racismo y homofobia a la espalda. Pero el republicano que aspiraba a relevarle, Moore, va mucho más allá.

El juez considera que la Constitución de EE UU emana de la Biblia y la legalidad debe adaptarse a lo que dictan las sagradas escrituras. En esta línea, no solo rechaza el matrimonio entre personas del mismo sexo, sino que cree que debería volver a prohibirse la homosexualidad en sí, una condición que equipara al bestialismo. A su juicio, los atentados del 11-S tuvieron algo que ver con el alejamiento de Dios por parte de la sociedad estadounidense, y la época en la que él considera que América era “grande” fue aquella “en la que las familias estaban unidas, aunque hubiera esclavitud”.

Con estos mimbres, la investigación publicada por The Washington Post a primeros de noviembre, sobre los supuestos contactos sexuales que Moore, cuando tenía 32 años, había mantenido con una chica de 14, supuso un vendaval. Tres mujeres más le acusaron después de haberlas acosado también cuando eran adolescentes. El juez, ahora de 70 años, siempre negó los hechos y muchos de sus seguidores les creyeron, pero este martes un buen número de republicanos se quedó en casa y otros siguieron el consejo del senador republicano, Richard C. Shelby, quien apostó por poner en la papeleta el nombre de cualquier otro candidato, aunque no se presentara.

El ‘Me too’ llega a las urnas

El movimiento de Estados Unidos contra el acoso sexual, ese vendaval conocido como Me too (Yo también) que ha tumbado a periodistas, ejecutivos y legisladores, ha mostrado en Alabama que ahora también tiene efectos en las urnas. Lo reflejaba el caso de Sonni, una joven de 24 años de Montgomery que se declaraba centrista, pero contaba que esa tarde iría a poner una papeleta por el demócrata. “Creo que es mi deber con la sociedad, aquí la gente vota a su partido y les da igual quién es el candidato, pero este hombre no separa Iglesia de Estado y las acusaciones de esas mujeres parecen ciertas, son varias, no solo una”.

El líder republicano en la Cámara de Representantes, Paul Ryan, y el del Senado, Mitch McConnell, habían mostrado su confianza en los relatos de las mujeres que señalaron a Moore y le pidieron que dejara la candidatura, temiendo este desenlace. Pero cuando Trump le apoyó, callaron. El juez reunía, al igual que Trump hace un año, los ingredientes necesarios para el fracaso electoral: acusaciones de abuso, un talante incendiario y a los pesos pesados del Partido Republicano en contra. La diferencia, en el caso del juez, es que las encuestas sí le mantenían como ganador más probable. Pero como ocurrió hace un año, con las presidenciales, fallaron.