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Exterior Opiniones

El 4 de julio de 1776

 4 julio
4 julio

Por Raúl Mejía Santos

Mientras Filadelfia fue la capital política del proceso revolucionario norteamericano, lugar donde se congregaron representantes de las trece colonias británicas para dilucidar el conflicto con la metrópoli inglesa, más al norte, la ciudad portuaria de Boston fue el epicentro de la guerrilla que concretó la independencia de Estados Unidos.

El 4 de julio de 1776 fue resultado de una década de confrontaciones y fallidas maniobras para reconciliar las relaciones entre los colonos en norteamérica e Inglaterra. La política contributiva impuesta por el Parlamento Inglés al concluir la Guerra Franco India de 1756, por ejemplo, había deteriorado las relaciones entre ambas partes. Tanto que los primeros grupos rebeldes, opositores a la autoridad inglesa, se formaron poco tiempo después del Tratado de París de 1763, al declararse la paz.

La conscripción militar había indignado a los colonos. Obligarlos a pelear contra el ejército francés y sus aliados indígenas de la zona fronteriza canadiense, en una larga y costosisima guerra territorial, simplemente no sentó bien. El propio coronel Washington, quien comandó la milicia de Virginia, la colonia inglesa más antigua en norteamérica, dejó a un lado sus quehaceres como uno de los terratenientes más adinerados de la región para participar en el conflicto, demostrando valentía y compromiso en el campo de batalla.

Las medidas impuestas fue el detonante que movilizó a muchos. Entre ellas figura la odiada Proclama de 1763, orden del Parlamento Inglés refrendada por el Rey Jorge III, la cual prohibía poblar las codiciadas tierras fértiles del Valle del río Ohio. Región ubicada al cruzar los Montes Apalaches, especie de frontera topográfica para los ingleses, Ohio fue la joya arrebatada a los franceses como botín de guerra.

Esto no se dio en el vacío, fue un intento ingenioso del gobierno inglés para evitar otro conflicto armado, pero esta vez contra las naciones aborígenes que habitaban la zona. La Confederación Iroquesa, pueblo guerrero de los bosques del noreste, acordó la paz condicionada a frenar las ambiciones territoriales inglesas, especialmente de colonos en pueblos colindantes como Nueva York, Pensilvania, Virginia y las Carolinas.
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Como estrategia inmediata logró sus objetivos, pero la Proclama de 1763 fue percibida en las colonias como abusiva y exagerada, mandato que impedía el crecimiento y solidez de la economía agraria.

Las riquezas de la época provenían mayormente de las ventas en el mercado europeo del tabaco, algodón, índigo, el azúcar, las cosechas arroceras y los maizales del sur. Para muchos, prohibir la toma de Ohio no tenía sentido y era un punto de gran contención con el gobierno en Londres.

El primer arbitrio colonial para lidiar con la crisis fiscal y económica Inglesa, al concluir la guerra contra los franceses, fue la Ley de Azúcar de 1764. Arbitrio abarcador impuesto en el mes de abril, contemplaba gravar la importación de azúcar o melaza de colonias españoles y holandeses ubicados en el Caribe.

De igual forma trancó los puertos al contrabando e impuso serias penalidades a quienes se dedicaran a la evasión fiscal. Siendo Boston una ciudad portuaria, la más grande e importante en Massachusetts, fue de las primeras en resistirse.

Su clase mercantil, entre ellos el afamado contrabandista John Hancock, fue el mollero que financió lo que resultó ser el inicio del proceso independentista, proclamando la separación total de Inglaterra un 4 de julio de 1776 y bautizando la nueva nación con el nombre Estados Unidos de América. Así nace la nación más poderosa desde los tiempos de la antigua Roma.